Read in English here
Es una calurosa y concurrida mañana de martes en el Centro Cultural Yoruba, de La Habana, y el aire se pega a la piel. Se oye el revoloteo de los papeles cuando la gente se abanica, y un apagón inesperado apaga el equipo de sonido con un parpadeo de las luces. En este contexto, 150 jóvenes activistas de los Estados Unidos se sientan hombro a hombro, escuchando atentamente a dos líderes del movimiento cultural en Cuba. Hacen cola a lo largo de la sala con la esperanza de poder formular su pregunta – sobre el cambio climático, la vivienda, la lucha contra el racismo, la esperanza en el futuro – antes de que se acabe el tiempo.
Esta energía impregna e impulsa a la Brigada Primero de Mayo de 2023: un agudo sentido de la curiosidad afinado por la responsabilidad de esta empresa histórica. La Asamblea Internacional de los Pueblos invitó a jóvenes activistas de base de toda la diversidad de luchas de los Estados Unidos a participar en un intercambio crucial en Cuba, una experiencia de la que ellos y su generación se vieron privados por el bloqueo de 60 años. Esta brigada, el mayor grupo que viaja en décadas, es una intervención en los interminables intentos de los Estados Unidos por silenciar y estrangular los éxitos del proyecto socialista cubano. Como dijo en el panel de la mañana Zuleica Romay, directora del programa de Estudios Afroamericanos de Casa de las Américas: “Cuba también es víctima de sus propios éxitos”.
Y, sin embargo, estos éxitos son contagiosos y ganados a pulso. En su primer día, los jóvenes se entrevistaron con líderes locales, movilizados en las mismas áreas de lucha que ellos en su territorio. Los organizadores de inquilinos se informaron sobre la situación de la vivienda, ya que más del 80% de los cubanos son propietarios (el resto está en vías de serlo), pero también sobre la dificultad de construir lo suficiente para una población creciente agobiada por el bloqueo. Los líderes negros preguntaron por los esfuerzos contra el racismo después de que 500 años de colonialismo sembraran la semilla de la segregación y la violencia en la isla. Quienes luchan por la liberación queer en los Estados Unidos conocieron el histórico Código de las Familias, aprobado y editado por seis millones de cubanos que propusieron cientos de miles de cambios. El innovador código abarca todas las cuestiones de la unidad familiar, desde el matrimonio entre personas del mismo sexo hasta el cuidado de ancianos, pasando por la maternidad subrogada y las estructuras familiares no normativas. Abel Prieto, presidente de Casa de las Américas, nos dijo: “Hay algo que el Gobierno de EE.UU. nunca ha entendido y es que algo se plantó aquí en Cuba, este principio de justicia social, de democracia popular, de igualdad, de participación del pueblo en el proceso político. Y esto no se ha debilitado”. Mientras tanto, estos jóvenes activistas explican repetidamente el actual retroceso de los derechos de las personas trans en Florida, a medida que el Estado aprueba una amplia prohibición de la atención a las personas trans (una prohibición que llega incluso a despojar de sus derechos parentales a quienes apoyan a sus hijos trans). Muchos de los presentes asienten con la cabeza.
Sin embargo, a estos jóvenes activistas no se les escapa que han llegado a Cuba en un momento de profunda crisis económica. Mientras admiran los famosos coches cubanos de los años 50 rodando por La Habana Vieja, saben lo preciado que es el combustible en este preciso momento, impedido por el bloqueo. Biden no da señales de levantar las sanciones, ni de sacar al país de la lista de Estados patrocinadores del terrorismo que le impide acceder al sistema financiero mundial. Es este sistema de medidas coercitivas unilaterales el que hace casi imposible que los jóvenes sean testigos de los logros de un proceso socialista. Es la política exterior de los Estados Unidos en su forma más irracional y más mortífera, mientras continúa su asedio a Cuba. Nunca ha sido más urgente levantar el bloqueo, por la supervivencia del pueblo cubano y por el futuro de los Estados Unidos. Estos jóvenes activistas están luchando por un mundo mejor, y este primer día es sólo un atisbo de un futuro con relaciones normales entre los Estados Unidos y esta isla a sólo 90 millas de distancia.
Manolo De Los Santos es el co-director ejecutivo de People’s Forum e investigador en el Instituto Tricontinental de Investigación Social. Ha coeditado recientemente Viviremos: Venezuela contra la guerra híbrida (LeftWord Books/1804 Books, 2020) y Camarada de la Revolución: Discursos selectos de Fidel Castro (LeftWord Books/1804 Books, 2021). Es co-coordinador de la Cumbre de los Pueblos por la Democracia.
Kate Gonzales es la coordinadora editorial de 1804 Books. Nacida y criada en Nueva York, ha trabajado en desarrollo y educación para organizaciones artísticas y políticas, y se ha organizado con movimientos de base en Hungría y Nueva Jersey. Kate estudió antropología en el Bard College, donde escribió su tesis sobre el nacionalismo de los inmigrantes filipinos.
Este artículo fue producido para Globetrotter.