Historias que no quisiéramos contar sobre las infancias en Gaza

La violencia que sufren los niños de Gaza se ha convertido en algo cotidiano. Pero este tipo de violencia nunca puede ser mundana.

July 08, 2024 by Vijay Prashad
Photo via Palestine Red Crescent Society

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Esta historia no debería ser real. Era la mañana del 29 de enero de 2004. El ejército israelí ya había bombardeado partes sustanciales del acomodado barrio de Tel al-Hawa, en la ciudad de Gaza, incluida – en octubre de 2023 – la totalidad del campus de la Universidad Islámica de Gaza. Tras recibir un aviso del ejército israelí, siete miembros de una familia se subieron a un Kia Picanto para huir hacia el sur. Pero los bombardeos israelíes habían arrasado un rascacielos cercano, por lo que el vehículo tuvo que desviarse hacia el norte antes de poder ir hacia el sur.

No muy lejos en la carretera, el vehículo fue atacado por vehículos militares israelíes, incluidos tanques Merkava. Según una extraordinaria investigación de la agencia británica Forensic Architecture, el coche recibió 355 disparos.

Una de las personas que viajaban en el automóvil, una niña de seis años llamada Hind Rajab, llamó a los servicios de emergencia. “Están muertos”, dijo refiriéndose a los miembros de su familia. “El tanque está a mi lado. Es casi de noche. Tengo miedo. Vengan a buscarme, por favor”. La Media Luna Roja Palestina (MLRP) envió una ambulancia para rescatarla.

Dos semanas después, el 10 de febrero, encontraron el cadáver de Hind Rajab cerca de los cuerpos de su familia, junto con los de los paramédicos (Ahmed al-Madhoun y Yusuf al-Zeino) enviados para salvarla. “El tanque está a mi lado”, dice la niña en una cinta grabada por la MLRP, pero tanto el Departamento de Estado estadounidense como el ejército israelí afirman que en ese momento no había tanques operando en la zona. Es la palabra de una niña asesinada contra los Gobiernos más peligrosos y deshonestos del mundo.

El asesinato de Hind Rajab y su familia conmocionó al mundo (el padre de Hind Rajab murió en otro atentado a finales de junio). Cuando los estudiantes de la Universidad de Columbia ocuparon su edificio administrativo, lo llamaron Hind Rajab Hall; el cantante Macklemore publicó en mayo una canción titulada “Hind’s Hall”.

Violencia cotidiana

14 de junio: Un niño fue asesinado por ataques aéreos israelíes en Zeitoun (ciudad de Gaza).

22 de junio: Dos niños fueron asesinados por ataques aéreos israelíes en Shujaiya (ciudad de Gaza).

25 de junio: Dos niños fueron asesinados por fuego israelí en la calle Al Wahda, cerca del hospital Al Shifa (ciudad de Gaza).

25 de junio: Tres niños fueron asesinados por ataques aéreos israelíes en el campo de refugiados de Maghazi.

Cada una de estas historias se refiere a niños y niñas preciosos, la mayoría de los cuales ni siquiera había cumplido 10 años. Algunos de estos niños y niñas vivieron el bárbaro bombardeo israelí de 2014, en el que fueron asesinados más de 3.000 infantes. Sentado en las casas de familias de la ciudad de Gaza y de Jan Yunis tras aquella guerra, escuché una historia tras otra sobre niños y niñas asesinadas y mutilados (Maha, paralítico; Ahmed, ciego; mi cuaderno, un caos de pérdidas y dolor). Mientras las bombas seguían cayendo en 2014, Pernille Ironside, entonces jefa de la oficina en Gaza del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), dijo que 373.000 infantes necesitaban “primeros auxilios psicosociales inmediatos”. Sencillamente, no había suficientes consejeros para ayudar a estos niños y niñas, la mayoría de los cuales se han endurecido por el horror de la ocupación y la guerra.

La violencia que sufren se ha convertido en un asunto cotidiano. Pero este tipo de violencia nunca puede ser mundana. “Tengo miedo”, dijo Hind Rajab. Recuerdo que conocí a un niño que jugaba al fútbol en las calles de al-Mughraqa. Su padre, mientras lo señalaba, me dijo que el niño no podía dormir, que se quedaba despierto por la noche y lloraba. Eso fue en 2014. Ese niño debe de tener ahora unos veinte años. Puede que no esté vivo.

Una o dos piernas

Un sitio web interactivo de Al Jazeera tiene los nombres de las infancias asesinadas desde octubre de 2023, un niño o niña asesinado cada quince minutos; mientras me desplazaba por los nombres, me sentí mal, y luego, al final, encontré esto: “Estos nombres corresponden sólo a la mitad de los niños y niñas asesinados”. A principios de mayo, Catherine Russell, directora de UNICEF, declaró: “Casi todos los niños de Gaza han estado expuestos a las experiencias traumáticas de la guerra, cuyas consecuencias durarán toda la vida”. En su declaración, en la que informó de que 14.000 niños y niñas han muerto, dijo que “se estima que 17.000 niños están no acompañados o separados”. Estas cifras son estimaciones y es probable que estén infravaloradas.

Un nuevo informe de Save the Children sugiere que hay más de 20.000 niños y niñas desaparecidos en Gaza. Están bajo los escombros, detenidos por el ejército israelí o enterrados en fosas comunes. Durante una detallada sesión informativa celebrada el 25 de junio, el Comisario General de la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA), Philippe Lazzarini, dijo algo asombroso: “Y si tenemos en cuenta que, básicamente, cada 10 días hay niños que pierden una pierna o dos de media. Esto te da una idea del alcance del tipo de infancia que un niño puede tener en Gaza”.

Esta historia no debería ser real. Era la mañana del 19 de diciembre de 2023. Los tanques israelíes retumbaban en el barrio de Rimal, en la ciudad de Gaza. Ahed Bseiso, de 17 años, estaba en el último piso de un edificio de seis plantas intentando llamar a su padre en Bélgica para decirle que seguía viva. Oyó un fuerte ruido, se cayó y llamó a su hermana Mona y a su madre. Su familia se apresuró, la bajó en brazos y la depositó en la mesa de la cocina, donde su madre había estado haciendo pan. El tío de Ahed, Hani Bseiso, médico ortopédico, le miró la pierna y se dio cuenta de que o se la amputaban o moriría. Cogió todo el material que pudo encontrar y realizó la amputación sin anestesia. Ahed recitaba versos del Corán para tranquilizarse. Hani lloró mientras realizaba la operación, que la familia filmó y luego colgó en YouTube, donde se volvió a publicar en muchos lugares.

Estas son las historias de Gaza.

Vijay Prashad es un historiador, editor y periodista indio. Es miembro de la redacción y corresponsal en jefe de Globetrotter. Es editor en jefe de LeftWord Books y director del Instituto Tricontinental de Investigación Social. Ha escrito más de 20 libros, entre ellos Las Naciones Oscuras y Las Naciones Pobres. Sus últimos libros son Struggle Makes Us Human: Learning from Movements for Socialism y La retirada: Irak, Libia, Afganistán y la fragilidad del poder estadounidense (con Noam Chomsky).

Este artículo fue producido para Globetrotter.