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El 10 de diciembre de 2023 Javier Milei fue elegido presidente de Argentina con un 55,6% de los votos. El excéntrico presidente ha llamado la atención global por su desfachatado estilo mediático, sus ideas extremas como “volar por los aires” el Banco Central de la República Argentina, y una mezcla de mesianismo y misticismo con religión y esotería canina. Más allá del show mediático, Milei representa un viraje radical en un país gobernado por el progresismo durante los últimos veinte años, – Néstor Kirchner (2003-2007) Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015) y Alberto Fernández (2019-2023) – a excepción del intervalo de Mauricio Macri (2015-2019), en el que la defensa de “lo público” se consideraba ganada.
La aparición pública de Javier Milei se inauguró bajo la figura de un columnista económico polémico en distintos programas de televisión. Fue uno de los impulsores de las protestas en contra del aislamiento obligatorio impuesto durante la pandemia, alegando el recorte de las libertades individuales, y a partir de su popularidad en redes sociales, fue elegido diputado nacional en las elecciones legislativas de 2021 por su partido “La Libertad Avanza”. En 2023, con un fuerte desgaste del oficialismo debido a una crisis económica de arrastre y mal gestionada, y una alianza con la derecha conservadora (Juntos por el Cambio), alcanzó la presidencia de la nación.
Javier Milei se define como anarco capitalista y discípulo de la escuela económica austríaca. ¿Qué quiere decir esto? A contramano de las prácticas globales actuales de proteccionismo económico, Milei propone la libertad irrestricta del mercado, pero no solamente como política de comercio exterior sino también como política nacional.
Basado en la filosofía de Murray Rothbard, Milei considera al Estado como una asociación ilícita que se apropia del dinero de los contribuyentes para sostener los privilegios de la “casta política”. Cree en el mercado como el regulador “natural” de la vida en sociedad y, por lo tanto, la propiedad y administración pública de los servicios como una aberración (la educación y salud pública no deberían existir). Esta filosofía, reivindica la “Ley del Talión”, el “ojo por ojo”, como una práctica de justicia válida.
Desde esta perspectiva, pretende posicionarse como uno de los líderes de la ultraderecha mundial hablando de combatir el “Marxismo cultural”, forma en la que caracterizan el avance en términos de derechos, de las mujeres, de la diversidad sexual, de las personas migrantes y de los excluidos del sistema en general. Adopta también, una posición negacionista con respecto al cambio climático y sus evidencias científicas.
De la filosofía política a la práctica de Gobierno
Desde su rol de columnista económico, y candidato a presidente, Milei prometía el fin de la inflación (promedio de 8,6% mensual en Argentina en 2023 hasta que asumió Milei) y la dolarización de la economía.
Desde su llegada al Gobierno provocó, como parte de su política económica, una devaluación de más de 100% de la moneda local y una fuerte desregulación de la actividad económica que implicó el aumento de precios de bienes y servicios básicos. También, como administrador de los recursos del Estado, frenó la inversión en obras públicas y recortó gastos en todos los niveles funcionales.
Estas medidas provocaron una gran redistribución de ingresos desde la clase trabajadora hacia los sectores que viven de la renta económica y financiera y los grandes empresarios, pero también una recesión económica que iguala y en algunos sectores excede, los niveles alcanzados durante la pandemia del Covid-19.
En este sentido, si bien el Gobierno festeja que la inflación se reduce mensualmente desde que asumió (del 25,5% de diciembre provocado por la devaluación al 4,2% de mayo), y se vanagloria de un superávit fiscal (que encubre deudas bajo la alfombra), la caída del poder adquisitivo del salario mínimo (considerando una canasta básica total) fue de 30%, la pobreza alcanzó al 55% de la población en el primer trimestre de 2024 (con un aumento de aproximadamente 11% en los 3 primeros meses de gobierno) y se espera un aumento de la tasa de desocupación debido a la magnitud de la recesión y los despidos que ya tuvieron lugar.
Esta prepotencia económica se reproduce desde el poder ejecutivo hacia el resto de los poderes del Estado, fundamentalmente hacia el poder legislativo y los gobiernos federales, presionando y extorsionando explícitamente para que los decretos y leyes propuestas por el ejecutivo se aprueben sin discusión mediante. Ante la imposibilidad de que esto ocurra, se vieron en la necesidad de negociar las leyes con sus aliados electorales y, como fue con la Ley Bases, dar embajadas a cambio.
El discurso oficial y la política pública persigue, apunta y dispara contra la libertad de prensa, las instituciones de la cultura nacional, las que garantizan la vida de las mujeres violentadas, las que promueven la no discriminación en cuanto a orientación sexual y la xenofobia, las universidades públicas, los movimientos sociales y los organismos de Derechos Humanos.
La política exterior se bandea entre el intento de conseguir dólares para mantener su política antiinflacionaria y su posicionamiento ideológico de ultraderecha, exagerando posiciones contra China, con la que después renegocia un swap, y defendiendo al Estado de Israel ante el genocidio perpetrado en Palestina, pero siempre bajo el manto del imperio de occidente.
¿Cuánto dura?
Una de las frases más escuchadas en Argentina una vez que Milei entró al ballotage presidencial fue “no va a hacer todo lo que dice”. Esta frase sirvió tanto para justificar su voto como para resguardarse emocionalmente del desastre que podría implicar que ganase la presidencia. Sin embargo, está haciendo bastante de lo que dijo.
La otra frase más escuchada es ¿cuánto dura? Si bien la respuesta políticamente correcta es “cuatro años” como todo Gobierno elegido democráticamente en Argentina, desde el restablecimiento de la democracia en 1983, las crisis económicas y sociales vividas no dejan lugar a una respuesta tan certera y menos con la aplicación de políticas tan extremadamente perjudiciales para las mayorías.
Si miramos su plan económico y repasamos un poco la historia Argentina, podemos encontrar similitud con 2 momentos históricos recientes. El primero es el Gobierno de Carlos Menem (que para Milei fue el mejor de la historia Argentina) y el segundo el Gobierno de Fernando De la Rúa.
El Gobierno de Menem (1989-1999) aplicó cambios estructurales a nivel económico (neoliberalismo en democracia) que si bien tuvo un momento de auge (que le permitió la reelección) con el freno de la inflación, lograda por la paridad cambiaria con el dólar (sostenida en un principio por privatizaciones de servicios y bienes públicos y endeudamiento externo), derivó en el cierre de múltiples empresas e industrias nacionales y en un aumento de la desocupación que superó el 20% al terminar su segundo mandato.
El Gobierno de De la Rúa (1999-2001) fue a continuación del de Menem. Si bien el planteo era realizar un cambio “radical” terminó en múltiples renegociaciones de deuda con el Banco Mundial y el FMI que derivaron en programas de fuerte ajuste fiscal ampliando los niveles de pobreza y terminó su mandato declarando el estado de sitio, renunciando y saliendo de la casa de Gobierno en helicóptero.
En este marco, Milei puede aplicar un plan económico que reduzca la inflación y reactive la actividad económica como aplicó Menem (si obtiene nuevos préstamos del FMI, privatiza empresas y obtiene fondos líquidos en dólares) pero con consecuencias similares en términos de actividad económica, empleo y pobreza en un menor tiempo. O, si no logra acceder a los fondos necesarios en dólares, sostener un programa de baja de la inflación con un ajuste económico y represión cada vez mayor con un Gobierno más parecido al de De la Rúa y un final que dependerá de los niveles de hartazgo social como en 2001.
Por el momento, si bien hace 6 meses las calles de la Ciudad de Buenos Aires y las plazas de todas las provincias del país son epicentro de constantes movilizaciones en contra de las políticas aplicadas y las leyes impulsadas por el Gobierno, entre sus adherentes se sigue justificando la situación bajo argumentos como “estamos mal, pero vamos bien”, “hay que dejarlo hacer”, “¿a quién querías votar?”. Quienes todavía apoyan a Javier Milei se aferran a la caída de la tasa de inflación pero las últimas encuestas reflejan también una caída de la imagen positiva sobre todo en las provincias del interior del país donde Milei recibió un fuerte apoyo para alcanzar la presidencia.
Lucia Converti es Licenciada en Economía, y cursó una Maestría en Estudios Sociales Latinoamericanos de la Universidad de Buenos Aires. Ha trabajado como investigadora en diversos institutos de investigación social y geopolítica.
Este artículo fue producido para Globetrotter.