La lucha de clases no terminó con el llamado “fin de la historia” en 1991. En todo el mundo, incluso en el centro del imperialismo mundial, Estados Unidos, los pobres y los trabajadores siguen luchando y esperando un futuro mejor, a pesar de la profunda desesperación económica que la clase trabajadora ha estado experimentando en Estados Unidos.
300 visionarios entre organizadores, líderes comunitarios y trabajadores se reunieron en la conferencia Dilemas de la Humanidad: Un horizonte socialista, en Atlanta para debatir cómo los movimientos sociales existentes en Estados Unidos pueden aprovechar la energía de la lucha de clases para apoyar a las masas e impulsar un cambio revolucionario. Manolo De Los Santos, codirector ejecutivo del People’s Forum de Nueva York e investigador del Tricontinental: Institute for Social Research (El instituto tricontinental para la investigación social), esboza seis conclusiones fundamentales surgidas de estos debates.
Queridos camaradas, nuestra jornada de debate y diálogo está llegando casi a su fin. Pero no la lucha. La lucha de clases nunca termina. Una vez, en 1991, nos dijeron que la historia había terminado. Que no había razón para que la gente siguiera luchando, o para volver a hablar de socialismo. Pero aquí estamos, en el año 2023, con otras 300 personas en esta sala, hablando de socialismo. Y no somos sólo la gente en esta sala. Son millones de personas en todo el planeta. Gente joven, gente trabajadora, gente negra, gente que se niega a seguir viviendo de la misma manera bajo los mismos amos.
¿Por qué llamamos a esta conferencia: Un Horizonte Socialista? Nuestros enemigos siguen diciéndonos que el socialismo ha fracasado. Que el socialismo es una utopía. Que el socialismo es un concepto lejano. Pero cuando hablamos de horizonte, ¿qué es un horizonte? Es esa línea de visión donde la Tierra y el cielo se encuentran. Donde lo imposible se encuentra con lo posible. Donde lo que pensamos que no se podía hacer ayer se hace cada vez más realista y concreto en nuestras luchas continuas.
Decían que los jóvenes nunca se levantarían en este país. Ferguson ocurrió. Ocurrió en 2020. Incluso la mera idea de un levantamiento asustó a algunas de estas personas. Pero a lo que hemos llegado hoy a través de nuestros debates, a través de nuestro trabajo en grupo, ha revelado una serie de conclusiones que quiero compartir con todos ustedes hoy. No son palabras mías, son los resultados de todos los debates que hemos mantenido hoy. Tanto los formales, en los que nos hemos reunido en grupos, como los informales que han tenido lugar.
Y hay seis conclusiones clave que queríamos sintetizar.
Una, hay una fuerza capaz de transformar el mundo. Es la clase obrera. Sólo las masas de gente, de gente trabajadora, de gente negra y morena, de gente pobre de nuestra sociedad que son capaces de mejorarla realmente.
Dos, no es una coincidencia que estemos celebrando esta conferencia en el sur de EEUU. Que la celebremos en Atlanta. Esta región fue una fuerza motriz en el desarrollo del capitalismo en Estados Unidos y, por lo tanto, será necesario que el liderazgo de los movimientos y organizaciones del Sur derribe este sistema.
Quiero ser más preciso con algo que dije antes. Nosotros construimos esta sociedad, podemos destruir este sistema y construir uno nuevo. Pero eso sólo es posible a través del internacionalismo popular. A través del internacionalismo de la clase obrera. No derrotaremos al capitalismo sólo desde el sur de EEUU. No derrotaremos al capitalismo sólo desde Estados Unidos. Tenemos un papel que desempeñar, pero debemos unirnos a las fuerzas revolucionarias de todo el planeta.
En tercer lugar, este fue un tema candente hoy. Tuvimos a un profeta en el escenario, Eugene Puryear, que lo planteó muy claramente. Necesitamos un partido comunista. Necesitamos organizaciones. No basta con seguir construyendo organizaciones como hasta ahora. Tenemos que dar un paso más, un paso renovado hacia la construcción de un nuevo tipo de organización capaz de recoger las aspiraciones de millones de personas en un proceso dinámico hacia la revolución.
Cuatro, y esto salió en todos los diferentes grupos. Las soluciones que buscamos ya están presentes en nuestros movimientos y en nuestras luchas cotidianas. Alguien ha dicho hoy, muy acertadamente, que tenemos que ser capaces de nombrar a nuestros enemigos y a las soluciones al mismo tiempo.
Cinco, que la educación política y popular son elementos necesarios para que podamos construir la unidad y la conciencia entre nuestra clase y nuestras luchas.
Seis, y por último, esta conversación que hemos iniciado hoy forma parte de una lucha continua que se remonta a siglos atrás. Somos la acumulación de todas las luchas que han fracasado, y que también han triunfado, a lo largo de la historia de la humanidad y de este planeta. Tenemos que seguir construyendo una conversación colectiva. Tenemos que seguir forjando y construyendo la acción colectiva. Tenemos que salir de esta sala con el compromiso de construir, como premisa inicial, un sentido de unidad táctica a medida que avanzamos. No es una tarea fácil. No es una tarea fácil sabiendo que tenemos una diversidad de organizaciones, más de 40 organizaciones diferentes que están aquí en la sala, representando a diferentes sectores, diferentes luchas, diferentes movimientos, diferentes formas de lucha. Pero si hemos sido capaces de estar juntos en una sala a lo largo de un día, construyendo definiciones comunes, entonces eso en sí mismo ya es la promesa de que podemos empezar a construir la unidad táctica.
Este texto forma parte de una serie, Voces de los Dilemas, que pretende acercar las perspectivas y los debates claves de las diferentes organizaciones, intelectuales y líderes políticos que forman parte del proceso Dilemas de la Humanidad.