¿Avanza la extrema derecha? Entendiendo las elecciones europeas de 2024

Las elecciones al Parlamento Europeo del mes pasado no significaron el avance definitivo de la extrema derecha como algunos podían temer. Sin embargo, están ganando influencia, sobre todo porque las líneas que las separan de las fuerzas del centro político se están difuminando. En consecuencia, habrá que mirar hacia la izquierda para frenar su auge.

July 06, 2024 by Wim De Ceukelaire
EU elections. Photo: European Parliament

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Entre el 6 y el 9 de junio, los habitantes de la Unión Europea (UE) acudieron a las urnas para elegir un nuevo Parlamento Europeo. Se temía un avance de la extrema derecha, dadas las recientes victorias electorales de partidos nacionalistas extremos – conservadores y elitistas, a menudo con tendencias xenófobas y raíces o inspiración fascistas –.

Seis de los 27 países de la UE – Italia, Finlandia, Eslovaquia, Hungría, Croacia y la República Checa – tienen partidos de extrema derecha en el Gobierno. El Gobierno en minoría de Suecia cuenta con el apoyo de los nacionalistas Demócratas Suecos, la segunda fuerza del Parlamento.

En los Países Bajos, el “Partij voor de Vrijheid” (Partido para la Libertad) de Geert Wilders obtuvo 37 escaños en el Parlamento de 150 posibles tras una campaña llena de xenofobia y sentimiento anti islamista. Su grupo parlamentario es mucho mayor que los de la alianza rojiverde del comisario europeo Frans Timmermans y de los liberales del ex primer ministro Mark Rutte, que obtuvieron 24 y 25 escaños respectivamente. Durante las elecciones europeas, Wilders estaba ocupado formando el Gobierno más derechista de la historia reciente de su país.

Los Países Bajos es un país relativamente pequeño, pero el auge de la extrema derecha también causó inquietud en los grandes países de Europa. En Italia, el “Fratelli d’Italia” (Hermanos de Italia) de Giorgia Meloni, un partido que remonta sus raíces al movimiento fascista de Benito Mussolini, está en el poder desde octubre de 2022. En Francia, la “Rassemblement National” (Agrupación Nacional) de Marine Le Pen encabezaba las encuestas preelectorales, mientras que la “Alternative für Deutschland” (Alternativa para Alemania), la fuerza de extrema derecha en Alemania, obtuvo sistemáticamente mejores resultados en los sondeos de opinión que cualquiera de los tres partidos gobernantes.

Este éxito a escala europea de los partidos de extrema derecha se vio efectivamente confirmado por los resultados de las elecciones europeas. El partido de la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, obtuvo más del 28% de los votos nacionales. En Francia, la Agrupación Nacional de Marine Le Pen fue el partido preferido por casi uno de cada tres votantes, humillando al partido “Renaissance” (Renacimiento) del presidente Emmanuel Macron, que obtuvo solo la mitad de votos. En Alemania, la Alternativa para Alemania obtuvo casi el 16%. Puede que sea menos espectacular que la extrema derecha italiana y francesa, pero sigue siendo mejor que cada uno de los tres miembros de la actual coalición del semáforo: los socialdemócratas, los verdes y el Partido Liberal.

Pero, ¿ha sido tomado realmente el Parlamento Europeo por la extrema derecha? La verdad es que no.

Sus éxitos electorales en varios países son innegables, como ya han ilustrado los ejemplos de Italia, Francia y Alemania. El auge de la extrema derecha se ha producido a expensas de los partidos centristas tradicionales. En el Parlamento Europeo, los verdes y los liberales perdieron aproximadamente una cuarta parte de sus escaños cada uno. Sin embargo, los socialdemócratas parecen mantenerse estables, ya que sólo perdieron cuatro escaños.

Pero el Grupo del Partido Popular Europeo (PPE), de centro-derecha, crece aún más y sigue siendo, por bastante, el grupo más numeroso del Parlamento Europeo. Juntos, estos cuatro grupos políticos tradicionales siguen teniendo todavía la mayoría.

Además, aunque los partidos de extrema derecha avanzaron en las elecciones de junio de 2024, están desesperadamente divididos entre sí en cuestiones clave como la política económica, las relaciones exteriores y la integración en la UE. Por ejemplo, mientras unos abogan por su retirada total de la UE, otros apoyan la renegociación de las condiciones de adhesión de sus países.

Como resultado de estas divisiones, existen dos grupos parlamentarios que vinculan partidos de extrema derecha. Por un lado, está el grupo nacionalista de derecha “European Conservatives and Reformist” (Conservadores y Reformistas Europeos) dominado por los Hermanos de Italia y el polaco Partido “Prawo i Sprawiedliwość” (Derecho y Justicia). Por otro lado, está el grupo Identity and Democracy Group (Identidad y Democracia) de extrema derecha, entre cuyos miembros se encuentran la Agrupación Nacional francesa, pero también el austriaco “Freiheitliche Partei Österreichs” (Partido Liberal Austriaco) y el PPL de Geert Wilders. La Alternativa para Alemania era miembro de este grupo hasta que fue expulsada semanas antes de las elecciones europeas tras una serie de escándalos.

Y luego, hay una serie de partidos de extrema derecha que no pertenecen a ninguno de esos grupos parlamentarios porque no se les considera aceptables o porque ya han sido expulsados. El partido húngaro “Fidesz” (Fidesz-Unión Cívica Húngara) se convirtió en el mayor de ellos cuando abandonaron el Partido Popular Europeo de centro-derecha en 2021. También hay toda una gama de partidos más pequeños. La Alternativa para Alemania se unió a sus filas hace poco, ya que no está afiliada a ningún grupo parlamentario.

Hay dos razones, por tanto, por las que la extrema derecha no es capaz de dominar el Parlamento Europeo. Por un lado, los partidos centristas, y especialmente el Grupo del PPE, siguen siendo relativamente fuertes. Por otra parte, los grupos de extrema derecha están demasiado divididos entre sí como para convertirse en dominantes.

El temor a una toma de control de la política europea dominante por parte de partidos marginales de extrema derecha parece infundado, al menos por ahora. Sin embargo, la influencia de la extrema derecha está creciendo de forma innegable. El verdadero peligro podría venir de la difuminación de las líneas divisorias entre los partidos de la corriente dominante y de la extrema derecha.

Hemos visto recientemente cómo los partidos de extrema derecha han empezado a emular a los partidos de centro-derecha a cambio de un asiento en la mesa, especialmente si pueden entrar en el Gobierno. Curiosamente, el partido de Giorgia Meloni es el único de los tres principales partidos de extrema derecha italianos que está inequívocamente a favor de la OTAN y del apoyo a Ucrania. Una vez en el Gobierno, se convirtió en una abierta partidaria del apoyo militar. Geert Wilders, por su parte, estaba dispuesto a tragarse gran parte del programa de su partido extremista a cambio de su ascenso al Gobierno. La Agrupación Nacional francesa también está experimentando un cambio de imagen, y los mítines con el hábil incendiario Jordan Bardella no se parecen a las nostálgicas reuniones del Frente Nacional de Jean-Marie Le Pen, el fundador del partido.

Ésta no es la única forma en que se han difuminado las líneas entre la corriente dominante y la extrema derecha. El centro-derecha también se está desplazando lenta pero inexorablemente hacia la derecha. El giro de los partidos de centro-derecha hacia la derecha puede verse en el nuevo pacto migratorio de la UE, defendido por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, que incluye medidas originalmente defendidas por la extrema derecha como el endurecimiento de la disuasión mediante el control fronterizo y procedimientos de asilo más estrictos. Asimismo, también refuerza el encuadre de la extrema derecha de la inmigración como una amenaza para los valores europeos. El peligro real, por tanto, podría no ser el de una toma de control de la política europea por parte de los partidos de extrema derecha, sino el de la alianza entre el antiguo centro-derecha con la “nueva” extrema derecha, supuestamente más moderada.

Por tanto, el único remedio al ascenso de la extrema derecha no hay que buscarlo en el centro sino a la izquierda del espectro político. La izquierda está posicionada para contrarrestar a la extrema derecha por su compromiso con políticas inclusivas e igualitarias, que se oponen directamente a la retórica excluyente y nacionalista de la extrema derecha.

Por desgracia, la izquierda también está dividida y carece de una estrategia clara. Existe el nuevo fenómeno de la “Bündnis Sahra Wagenknecht” (Alianza Sahra Wagenknecht) en Alemania, que combina propuestas restrictivas en materia de inmigración con un programa económico más progresista, aunque con un 6,2% en las elecciones al Parlamento Europeo obtuvieron menos de lo previsto. La “France Insoumise” (Francia Insumisa), el “Kommounistikó Kómma Elládas” (Partido Comunista) de Grecia y el “Partij van de Arbeid van België / Parti du Travail de Belgique” (Partido de los Trabajadores de Bélgica) obtuvieron buenos resultados, logrando el apoyo de cerca del 10% del electorado de sus países. La izquierda también está mostrando resistencia en otros países. A la larga, serán estos partidos y los movimientos sociales en los que están arraigados los que tendrán que dar una respuesta al ascenso de la extrema derecha en Europa.

Wim De Ceukelaire es activista por la salud y la justicia social y miembro del consejo directivo mundial del Movimiento para la Salud de los Pueblos. Es coautor de la segunda edición de The Struggle for Health: Medicine and the Politics of Underdevelopment (La lucha por la salud: Medicina y política del subdesarrollo) con David Sanders y Barbara Hutton.